Catedral, los 40 de la María - Autor: SAGÜÉS LACASA, Manuel María
La campana María (1584) de la Catedral de Santa Mª la Real de Pamplona, que sonó anteayer por San Blas, es la mayor en funcionamiento y la segunda en tamaño de la península
Juanma Urtasun Díaz, un mozo veterano del amplio grupo que hacen sonar la María y el resto de campanas de la catedral de Pamplona podría figurar en el guinness. Urtasun atesora la proeza de tocar la María en solitario y durante 15 minutos seguidos. Una hazaña que necesita una fuerza que solo puede otorgar la poción mágica del amor incondicional al patrimonio artístico y cultural. Pero, de momento, ni Urtasun ni tampoco la María se chulean por ser los más grandes o mejores de... ¡Quizá, si fueran del Botxo..! Urtasun Díaz es natural de la calle del Carmen y no hay sillar en la seo pamplonesa que no haya conocido sus churumbelerías infantiles. Y, a saber, la campana María es pamplonesa desde 1584 y sólo Santos Ángel de Ochandátegui y su obreros han sido capaces de moverla un poco desde entonces. Hecho que ocurrió con motivo del derribo de la portada románica (herida tras un derrumbe en 1391) y la construcción 20 metros más afuera de la neoclásica actual entre 1782 y 1804. Sin duda, el traslado de la campana María (10 t. y 2,59 m. de diámetro) desde la torre románica en la que se ubicaba hasta la nueva torre fue un reto dificil, peligroso y sin precedentes conocidos. La torre fue abrochada por arriba con la María ya colocada
Al hilo de tamañas condiciones, la imaginación también hace retroceder a pleno siglo del Renacimiento y del Romanismo, para ver a Pedro de Villanueva fundiendo a la María en su taller de Güemes y, más aún, viendo el modo de cómo fue transportada por los 200 kilómetros que separan la localidad cántabra y Pamplona. En la propia campana se menta al autor y la fecha de su fundición: 15 de septiembre de 1584. Así la fecha, la edad de la María es de 433 años.
Esta campana es una tiaza con voz instrumental y su eco se acopla perfecto tanto a los lejanos caseríos y campos de toda la Cuenca de Pamplona como a cualquier momentico o pasaclaustro, como la mismísima Marcha para la Entrada de un Reino. La María, cada vez que toca, mece y abraza a cada rincón del conjunto catedralicio, a toda la ciudad y a la inmensidad cuenquera hasta un radio de 14 km. Tanto es el canto de esta moza recia que ha conseguido, ya en el siglo XXI, por encontrar una réplica amorosa, poeta y musical: la de Iñaki Lacunza, esa que dice: “Cuando ella canta en su torre; se estremece el corazón; todos murmuran su nombre; con honda veneración. Es la campana María; es la campana mayor; su tañido suena a historia; a leyenda y oración; de la más bella canción”.
El conjunto catedralicio de la capital navarra es el más completo y mejor conservado de Europa. No se vio afectado por los cambios conceptuales, religiosos y artísticos del siglo XVI. Además, después de las restauraciones de las campanas en talleres valencianos en 2011, el subconjunto campanario aún lo realza más. Así, la visita a la catedral, con el excelente añadido de la exposición Occidens, se convierte en un gran atractivo para cualquier persona. Si, además, el acceso y vista lo protagoniza Ana Azanza (pamplonesa licenciada en Arte y guía de la catedral) la experiencia se convierte en inolvidable. Ana Azanza, también su compañera Saioa, es probablemente el alma de esa torre norte y de su María coronadora. Se entiende al saber que todos los días desde hace siete años Ana sube los 151 escalones que separan la base de la torre y la emblemática campana.
En la torre norte junto a ella se ubican la de Cuartos (1592, 436 kilos); y Relox o campana de las horas (1576, 2.462 k.). En la torre sur se sitúan la Cimbalilla (1609, 63 k.); Címbala, Santa Bárbara o De las tormentas (1836, 77 kilos); Párbulos (1792, 225 k.); Plata (1792, 319 k.); De las nueve (1609, 1.051 k.); La Juana (1792, 1.272 k.); De oraciones (1802, 2.033 k.); y La Gabriela (1519, 2.697 k.). Esta última destaca por ser la campana de volteo más pesada de España y por ser la más antigua: se fundió siendo todavía Navarra estado propio. De ella se cree que tocó a muerto y derrota tras la Batalla de Noáin en 1521.
Todas ellas, fueron desmontadas para su restauración de 2011, menos la propia María, que fue tratada, claro, in situ. En junio de ese año Francesc Llop i Bayo, presidente de los campaneros de la catedral de Valencia, impartió un fenomenal curso teórico y práctico de formación para los futuros campaneros (no profesionales) de la catedral de Pamplona. A Llop se le debe gran parte del valor patrimonial y de buen uso de las campanas de nuestra catedral.
La campana María o también conocida como La Mayor, como ya se ha dicho, data de 1584 y la fundió en Güemes (Cantabria) Pedro de Villanueva. Se sitúa en la parte alta de la Torre del Relox (torre norte). En centímetros tiene un diámetro de 259, una altura del bronce de 195 y un borde de 27. Su peso en kilos es de 10.060. Si al pasaje se le añaden los 248 del badajo, se llegan a superar los 10.300. La epigráfica es muy compleja y densa. Su descripción es ingente por lo descomunal de su tamaño. Una de sus leyendas (traducida del latín) dice: “Te exaltamos oh Santísima María con una potente voz cantada...” ¡Y tanto que potente!: en una medición reciente durante sus habituales 54 tañidos por minuto, se superaron los 130 decibelios. La campana Gorda de Toledo pesa 17.000 kilos, es más moderna (1753) y en pocos meses se rajó e inutilizó. La más grande en uso del mundo es la de Dai-shoro (Templo Budista de Chion-In, en Kyoto: 70 toneladas, 280 cm. de diámetro y 330 de altura.
La María, y los Urtasun de turno se pondrán en faena en los días señalados (40) en el cuadro anexo.
Cuando yo toqué la María en 1978 vivía la señora Petra, la última campanera y esta faena con la Mayor tenía un listado de días más corto. Era otra época. Sí se mantiene con rigor que el que la María sólo balancee la cuna del santoral y catecismo cristiano. Así evita el tener que mecer privilegios reales, políticos y sociales. Mejor.
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