HERNÁNDEZ, Eduardo - Capilla de Maximiliano reaviva su atractivo turístico

Capilla de Maximiliano reaviva su atractivo turístico

Las escalinatas a la capilla de la Virgen de la Piedad se visten con una docena de puestos y vendedores ambulantes - Autor: REYES, Fernando
Las escalinatas a la capilla de la Virgen de la Piedad se visten con una docena de puestos y vendedores ambulantes - Autor: REYES, Fernando

Hace 150 años el campo apenas acogía la calma, una semana había pasado desde que Maximiliano de Habsburgo entregara su espada rendida, tres días desde que la detonación de esa pólvora final culminara con el Segundo Imperio Mexicano; hoy, queretanos y turistas se pasean por los arbolados caminos para conocer el pasado de México y se fotografían en el refugio de un emperador.

El parque histórico ve sus escalinatas empinadas vestidas con una docena de puestos y vendedores ambulantes la tarde de un domingo, que con la mejor de sus sonrisas, ofrecen a los visitantes pulseras, artesanías y juguetes de madera, figurillas de mármol, aretes de chaquira, camisas de manta, chalinas, pelotas bordadas, llaveros, bolsas y campanas.

El bronce reluciente de las campanas que abundan en esta vendimia llama la atención de niños y adultos, pero su éxito incidental poco tiene que ver con el origen del nombramiento como “Cerro de las Campanas”.

Es una cumbre de la que se cuenta que sus piedras tienen la propiedad de sonar igual que una campanada al chocar unas con otras, supuestamente gracias a una aleación de bronce, plata, cobre y antimonio.

Los pequeños no prestan la menor atención a las explicaciones del guía y se limitan a jugar con las piedras acomodadas en pila para hacer la demostración del singular sonido.

Uno de los vendedores relata con entusiasmo a los visitantes cómo el emperador Maximiliano, ante la evidente derrota, sacó en aquella cumbre un puñado de monedas y las repartió al pelotón que tenía la tarea de fusilarlo para que le apuntaran al pecho.

Las réplicas de esas monedas se populariza entre los visitantes, quienes, a cambio de 50 pesos, se llevan en el bolsillo un símbolo histórico con la inscripción “Maximiliano emperador”.

La mujer que resguarda la capilla en la que descansaron los restos de Maximiliano de Habsburgo, relata la caída del emperador hace 150 años, las palabras entran por el oído de una joven, que al mover enérgicamente las manos, traduce la historia centenaria en lengua de señas para que sus padres y su amigo puedan conocerla.

Magali Guzmán, de la Ciudad de México, refiere, “Es la segunda vez que la visitamos, cada vez que venimos hay cosas nuevas, mis papás y su amigo son sordos y a todos nos gusta mucho, en México no hay tantos puentes de comunicación, pero ellos consideran que con un intérprete tienen la oportunidad de entender mejor la historia del lugar”.

El gigantesco monumento a Benito Juárez es el lugar favorito de los turistas para tomar las fotografías que registrarán su visita al Cerro de las Campanas, quizá algún día dicho registro también abone a la historia de Querétaro.

HERNÁNDEZ, Eduardo

Diario de Querétaro (22-05-2017)

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