MEJÍA GONZÁLEZ, Augusto - En Santa Rosa de Cabal ya no podrán sonar las campanas

En Santa Rosa de Cabal ya no podrán sonar las campanas

Pudo haber sido en la llanura o en la oquedad de la selva africana, en donde los primeros homínidos aborígenes inventaron el tambor, posiblemente hecho con piel de nutria.

No sabemos tampoco en qué taller de fundición, ni en que lugar del orbe pudo haberse forjado la cóninica campana.

El auge de la campana, tal vez se dio en el Medioevo, en donde, dentro de los Burgos amurallados, sobresalían las campanas de las Iglesias.

Tambores y campanas, han servido para llamar a somatén “Al cuerpo de gente armada -así sea con palos como nuestros indígenas del Cauca-, que no pertenecen al ejército, que se reúnen a toque de campanas para perseguir a los criminales o defenderse del enemigo”, según La Real Academia de la Lengua, pero fue en la Campania Italiana, donde se usó por primera vez, el sonoro nombre.

Al son de los tambores, los primitivos hombres y mujeres de cuerpos esculturales ahumados por el sol canicular, danzaron en torno a las hogueras. Cuando alguien fallece, es el doblar de las campanas; pero se tocan también las campanas a vuelo, para darle publicidad con júbilo a algún acontecimiento memorable, como suenan todas las Campanas de las Iglesias del Estado Vaticano, cuando hay un nuevo papa.

En mi pueblito colombiano de Caldas, denominado Viterbo, de remembranza italiana, en honor a Remigio Ragonessi, Nuncio del Papa en Colombia en 1911, año en que se fundara, a las 6:00 a. m. se despertaba a toda la población con el repique de las campanas y el Ave María; todos nos alegrábamos y nadie se emberracaba.

Pero la humanidad, que hasta el Renacimiento fue Teocéntrica y a pesar de haber sido creados a su imagen y semejanza, se fue convirtiendo en antropocéntrica y engreída.

Hasta no hace muchos años, en todos los pueblos de origen castellano, los sábados, los domingos y los días de mercado, a las doce del día sonaban las campanas, para un minutico de reconocimiento a Dios; y campesinos y pueblerinos nos quitábamos respetuosamente el sombrero.

Pero ahora, el mundanal ruido ha invadido todos los espacios, las sirenas de las ambulancias, cuando transportan un enfermo o un herido; los carros de bomberos para apagar algún incendio; las discotecas de todas las zonas rosas. Pero el tañer o mejor tañir de las campanas, sinceramente creo que a muy pocos incomoda.

Una alambicada aplicación de la Psicología Moderna, ha conducido a un trastoque de los valores en la forma de inculcarlos. Los padres ya no pueden hablarle duro o con autoridad a los hijos, así se estén convirtiendo en viciosos, fumando marihuana o coca o cualquier pendejada; y los sostenedores del libre desarrollo de la personalidad, no quieren enfrentar de veras, el primer problema de la tierra; cual es el de la producción y ante todo el consumo de las drogas sicotrópicas o estupefacientes.

Respetando la posición del Alcalde Petro de Bogotá, y del expresidente César Gaviria; creemos que hay una tercera vía para su amorigeramineto, cual es de que a nivel universal, pierda su valor de cambio; vale decir, deje de ser negocio.

En Santa Rosa de Cabal, Departamento de Risaralda, en el parque de Las Araucarias se destaca la estupenda Basílica de Nuestra Señora de las Victorias, que en su interior tiene un maderamen tan precioso como el de la Catedral de La Pobreza en Pereira; con sus dos campanas, que tienen los dulces nombres de Rosa y María; traídas de Francia en el año de 1896, según relata el futuro Diputado o Alcalde Dr. Héctor Fabio Valencia.

Una vecinita del parque está molesta porque el sonar de las campanas no la deja dormir. Doctor Toro, Alcalde, la Tutela de la vecinita se puede evitar dialogando, porque la tutelitis aguda tiene al borde de la quiebra al Estado.

La ciudad ícono con sus aguas termales, del turismo ecológico en el país; posee además las aguas minerales de San Vicente, tan medicinales y benéficas¸ que los nacionales no queremos aprovechar.

Pero como los japoneses de Niigata y otras poblaciones, temen que los chinos agoten sus aguas minerales; nuestro País está en condiciones de exportar desde Santa Rosa, toda el agua mineral que los chinos requieran.

MEJÍA GONZÁLEZ, Augusto
El Diario del Otún (24-08-2012)

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