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© Diario de Córdoba (2017) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 18-04-2024 |
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Ya sólo queda en la memoria el monótono sonido de campanas, durante la tradicional visita a los cementerios el día 1, para ofrecer flores y rezos a los difuntos. También quedan lejos las tres misas de réquiem seguidas, oficiadas por cada sacerdote. Los fieles cristianos participaban en el mayor número posible para aplicarlas a cada uno de sus seres queridos. En toda España, como en el mundo entero, las tradiciones y costumbres ligadas a la muerte se remontan a tiempos inmemoriales. Las «mariposas» que flotan en aceite y dan luz, habituales en aquellos tiempos lejanos de la niñez, son una manera de recordar a los muertos. O como en muchos países, para impedir la entrada del diablo en la casa del moribundo. Ahora el diablo es un disfraz adecuado para celebrar alegremente el Halloween. Pese a las múltiples y ricas tradiciones que aquí tenemos, nos rendimos a las que nos imponen de fuera. El recuerdo silencioso de los difuntos queridos se ha trasmutado en una algarabía carnavalesca. Hoy día se habla de la criopreservación. Según José Luis Cordeiro, profesor de la Singularity University de California, será una realidad en las próximas décadas conservar el cuerpo de una persona que va a morir para que pueda ser reanimada en el futuro y curada de la enfermedad de la que falleció. Pero Javier Cobo, especialista en cirugía cardiaca, es realista: la tecnología criogénica «es un rito funerario más». No cree en la resurrección de un organismo cuyas células están muertas. Metáfora sobre lo que puede ser Cataluña el día 1, con el tañer de campanas y la pregunta de por quién doblan.
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