LUMBRERAS, Daniel - La campana más valiosa de España

La campana más valiosa de España

El bronce del templo ovetense, que aún sigue sonando en las solemnidades, sobrevivió a todas las vicisitudes históricas


La Wamba (derecha) en el campanario de la Catedral - Autor: PIÑA, Álex

Poco después de la siesta de Vetusta, ‘La Regenta’ nos transporta a lo alto de la Catedral, donde el pillo ‘Bismarck’ «empuñaba el sobado cordel atado al badajo formidable de la Wamba, la gran campana que llamaba a coro a los muy venerables canónigos». Pero además de aparecer en la inmortal novela, el bronce, que data de 1219 y ha sobrevivido a todos los avatares del templo (incendios, golpes de rayos, la Revolución del 34 y la Guerra Civil) tiene un lugar por derecho propio en la Historia.

«Es muy importante, más que todas las demás. Es la más antigua de España, en uso y en desuso. La siguiente tiene un siglo menos», afirma el campanero valenciano y recopilador de la información sobre las campanas de las 95 catedrales de España, Francesc Llop. El canónigo de la Catedral de Oviedo José María Hevia va más allá y asevera que es «la campana en uso más antigua del mundo», pues las que son más viejas están rotas o retiradas.

Documento de identidad

La ‘Wamba’ pesa 776 kilos, tiene 1,19 metros de diámetro y 1,23 de altura y está elaborada en bronce (con un 80% de cobre y un 20% de estaño). La sujeta un yugo de madera y tiene como pequeñas asas unos leones en forma de cruz.

La campana tiene varias inscripciones en letra carolina, que son la única manera que hay de identificarla a falta de documentos de la época de su fundición. La primera dice: ‘+ Mente sana, espontánea, en honor de Dios y para liberar a la patria’. Hevia liga las palabras de la campana a un antiguo «ritual medieval de consagración de reyes» y a santa Águeda, patrona de las tormentas, que tenía «una capilla con esa advocación en los terrenos de San Tirso». Una de las reliquias del Arca Santa, además, es de ella.

A continuación, la ‘Wamba’ indica: ‘Cristo truena, Cristo suena, Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera’. Indica el canónigo que se trata de una «cristianización de Júpiter». La última línea cuenta que la mandó fabricar el canónigo Pedro Pelayo Cabeza y tiene varias inscripciones que recuerdan cuándo fue confeccionada. Lo hace siguiendo las viejas cuentas de la Era Hispánica, algo que desconcertó a algunos estudiosos, que la dataron antes de tiempo o se inventaron que Pedro Pelayo era obispo.

Existe discusión sobre su nombre. Hevia, apoyándose en la catedrática jubilada de la Universidad de León Etelvina Fernández, defiende que es una referencia al rey godo Wamba, pues «en la inscripción, que es antigua, hay un ritual medieval de consagración de monarcas». Llop apuesta por ‘Bamba’: «Hay un manuscrito del siglo XIX que dice que se llama así por el sonido que tiene, ‘bam’, ‘bam’».

Al principio, la campana estaba situada en la torre vieja de la Catedral, como aún recuerda un grabado de la entrada. Pero en el siglo XVI subió al actual campanario de la torre gótica cuando se estaba construyendo y allí se quedó, demasiado grande para salir ya.

La ‘Wamba’ aún sigue tocándose, mediante un macillo metálico que golpea el badajo, en solemnidades como la Navidad o una visita del Papa. El campanero, serio, advierte de que el bronce debe bambolear antes de ser golpeado, o si no, «puede romperse a corto plazo». Antes se hacía a mano, pero el último campanero, PachoCartón, lo dejó el siglo pasado. El valenciano apuesta por recuperar este oficio: «Hace cinco años, en la catedral de Pamplona, pusimos un anuncio. Pensamos que no iría nadie y se presentaron 35 personas. Como ‘hobby’ te lo pasas bien»

La forma actual de tañirla impide que se oiga su sonido primitivo, que Hevia describe como «grave, de onda larga, propicia para romper el granizo en una tormenta». Para Llop es «envolvente, mágico». Probablemente llegase a la ciudad entera. Y es que en la Edad Media las campanas indicaban cuándo era día de fiesta, laborable, la hora de trabajar o de escapar de un incendio... Solo para los funerales, indica Llop, había 12 toques distintos según las condiciones personales del fallecido. Si era rico o pobre, hombre o mujer, anciano o niño... Todo lo matizaban los distintos tañidos. Eran la manera, indica el canónigo, de replicar la voz de Dios y a la vez adorarlo, protección contra el mal y orden en la vida.

Pero a la campana, además de pasado, también le queda mucho futuro. Llop apunta que «haría falta un proyecto de restauración», y cierto es que pende el del campanario. También apuesta, para su mejor protección, por declararla BIC y por hacer, en 2019, «alguna celebración por los 800 años». Por su parte, Hevia aventura que, si se excavase bajo la Catedral, podría suceder que, como en Nicolás de Bari, se hallase el horno en el que se fundió la ‘Wamba’.

LUMBRERAS, Daniel

El Comercio (23-11-2017)

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