Las campanas son auténticas antigüedades que han perdido la estima popular de siglos
Originales del siglo XIV, testigos de la historia, filigranas artísticas... Pese a su olvido actual, las campanas son auténticas antigüedades y patrimonio histórico y cultural. La que podría ser la más antigua de Catalunya se encuentra en la Garrotxa. Y en la capital, concretamente en la iglesia de Sant Esteve de Olot, se encuentran la más grande de la comarca y la más viajera.
Así lo ha puesto de manifiesto el estudio que el músico y campanólogo de Olot Xavier Pallàs acaba de presentar sobre campanarios y campanas de esta comarca. Pallàs recibió la Beca Ernest Lluch de Ciencias Sociales y Humanas en 2015 que le ha permitido elaborar un catálogo de todos estos elementos patrimoniales. Un inventario que Pallàs inició en 2009 con el objetivo de reivindicar la importancia histórica de las campanas.
En su trabajo, el músico ha visitado uno por uno los 194 campanarios de la Garrotxa y ha estudiado sus respectivas campanas, un total de 231 en todo el territorio. Pallàs realizó un estudio presencial, observando las medidas, relieves y estado físico de las campanas, grabando su sonido y repasando la historia de los campanarios y las campanas consultando archivos municipales y comarcales.
En su investigación Pallàs, ha descubierto que todavía se conservan varias campanas de la Edad Media. Entre ellas, destaca una de la iglesia de Sant Andreu del Torn, en el municipio de Sant Ferriol, original de 1303. “La campana tiene la fecha grabada”, explica el investigador, que destaca que “es la más antigua en Catalunya”. Sin embargo, también señala el mal estado de conservación en el que se encuentra, algo que espera que tras su trabajo se pueda remediar.
No obstante, Pallàs cree que ha detectado una campana todavía más antigua que la de Sant Andreu. Está en una capilla particular de Les Planes d’Hostoles, y el investigador ha deducido que es del siglo XIII “por sus características”. La capilla fue construida en el siglo XX, de estilo modernista, por lo que Pallàs sostiene que fue trasladada. Cree que proviene de la iglesia cercana de Sant Pere Sacosta, actualmente en ruinas y con documentos sobre ella de 1207.
El trabajo también pone al descubierto una triste realidad: la destrucción de muchas campanas en la comarca durante la Guerra Civil. Según Pallàs, antes de la guerra había unas 420 campanas en la Garrotxa, de las cuales ahora se conservan 128. Eso supone que aproximadamente un 70% desaparecieron, la mayoría se fundieron para fabricar material bélico. El investigador también ha observado que muchas campanas del siglo XX se fabricaron en los años 40, pasada la Guerra, para restituir las que se habían destruido.
La iglesia de Sant Esteve de Olot, con un total de siete campanas, tiene otras dos destacadas. Por un lado, la más grande de la Garrotxa, con un diámetro de 120 centímetros. Se trata de la campana que toca las horas y es de 1600.
Por otro, Pallàs ha querido explicar la historia de otra campana de Sant Esteve: es del siglo XIV y procede del Palacio Arzobispal de Narbona (Occitania, Francia), de donde fue descolgada durante la Revolución francesa. Se vendió a Olot y estuvo en el Santuario del Tura hasta la Guerra Civil, cuando se enterró en el claustro del Convento del Carmen de Olot, antes de llegar a su localización actual.
Las campanas fueron el medio de comunicación más importante durante mucho tiempo. Servían para señalar las horas, pero también para anunciar los eventos importantes de la zona, o el peligro cuando había un incendio. El uso más curioso ocurría con las tormentas. Se creía que el toque de las campanas servía para alejar el mal tiempo. De hecho, a principios del siglo XX, una campanera falleció al caerle un rayo en el Mallol (la Vall d’en Bas) durante una tormenta.
Actualmente, las campanas mantienen el toque de las horas, pero Pallàs quiere recuperar la estima que tuvieron históricamente. El campanólogo ha señalado el mal estado en el que están algunas y afirma que es “triste” que estén abandonadas. Además, el investigador explica que también se pueden considerar obras de arte, por su decoración con cenefas e inscripciones y porque son objetos de fabricación artesanal.
Para conseguir que las campanas se vuelvan a valorar, Pallàs tiene previsto publicar su estudio en los próximos meses. Todavía le falta acabar de concretar la financiación, pero afirma que de su trabajo podrá salir un libro de unas 450 páginas que sería a todo color.
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