Santa Marina de Torre y Campo se unen a una iniciativa europea para que el lenguaje ancestral de los tañidos sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Las campanas de Santa Marina de Torre, en Torre del Bierzo, y de Campo, en Ponferrada, repicarán al unísono al mediodía el próximo 21 de abril junto a las de decenas de pueblos de Francia, Italia, Holanda y el resto de España en una iniciativa que pretende llegar a los oídos de la Unesco. El objetivo, nada menos que conseguir que sus tañidos,—un verdadero lenguaje ancestral usado en el mundo rural hasta bien entrado el siglo XX para informar a los vecinos de acontecimientos y sucesos de la vida cotidiana de los pueblos— sean reconocidos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El acto, que también involucra en la provincia al pueblo de Villavante, en el páramo leonés, es un proyecto de las asociaciones Hispania Nostra y el Museo Internacional del Toque Manuel de Campanas, que han invitado a campaneros y carrillonistas de Europa para hacer redoblar sus campanas.
La idea es sencilla. A las doce del mediodía, los campaneros de los pueblos tienen que hacer repicar el metal, siempre con toque manual, nunca mecánico, y dejar testimonio de que así lo han hecho con una grabación y mediante videos o fotografías. De todo ello saldrá un video conmemorativo que servirá para respaldar la petición ante los órganos de la Unesco y evitar que el lenguaje tradicional de las campanas desaparezca con la despoblación rural y el envejecimiento de los pueblos.
La iniciativa ha despertado entusiasmo especialmente en una localidad como Santa Marina de Torre, cuenta su pedáneo, Melchor Moreno, donde la Asociación Cultural Carqueixa del Bierzo lleva seis ediciones ya de su encuentro de campaneros del Reino de León. En la última edición, celebrada el 15 de agosto pasado, además del sonido metálico de las campanas, de sus tonos y sus variaciones a golpe de badajo, también se pudo escuchar la música del grupo de folk Tarna y participar en un filandón para que la palabra oral también tuviera su protagonismo.
Dentro de la provincia, Villavante tiene aún más tradición campanera. Allí es la asociación Guays la que lleva treinta y años organizando su encuentro. Desde el lento repicar de los funerales, el ritmo alegre de las bodas, o el golpe forzado de los incendios, en Santa Marina, en Campo, en Villavante, y en el resto de pueblos donde la iglesia sigue siendo el edificio de referencia, el sonido de las campanas no ha dejado de ser un idioma reconocible que ahora pretende obtener una garantía de que seguirá siendo patrimonio de todos, como el silbo turco, las danzas armenias, las del Atlás de Marruecos, o los cantos de trabajo de los llanos de Colombia y Venezuela. Sin que desentone.
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