Oh, Lucía amada, Que estás en el cielo, Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Lengua balbuciente Aún la tuya era, Y tu vida entera Al Omnipotente Con piedad ferviente Ya iba encaminada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Tu madre querida Muy enferma viste, Y á Águeda pediste La salud perdida Le diera cumplida Tú en tí no confiada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. En tu gran riqueza Un estorbo viendo. La fuiste esparciendo Entre la pobreza; Así tu nobleza De alma es probada. |
Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. La paz de conciencia Lugar siempre tuvo En tí; mas no hubo Mayor penitencia Con que tu inocencia Por tí fue rodeada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Pascasio conspira Contra tu pureza; Su astucia y fiereza Despliega y su ira; Mas por Dios se mira Tal joya guardada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. De tribulaciones Cólmante crueles Verdugos infieles; Y tú les opones Paciencia, oraciones Por su alma errada. |
Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Te envuelve el tormento, Y ya moribunda, De la paz profunda Al fiel con acento Alegre y contento Nuncias la llegada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Con planta segura Del mundo las dichas Huellas, y en desdichas Tu fe no se apura, En ti siempre dura La virtud preciada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. Tu amor nos asista Oh virgen gloriosa, Tu fe poderosa Nuestra alma revista, Y esté nuestra vista Siempre en Dios fijada. Sé nuestro modelo Y nuestra abogada. |