Los relojes monumentales son, quizás, el elemento patrimonial más frágil de los campanarios. Poco a poco vuelve el interés por las campanas antiguas, por las instalaciones tradicionales, por los toques manuales. Los relojes, sin embargo, se sustituyen a menudo por ordenadores, unos mecanismos aparentemente más fiables, pero de muy corta vida (unos 10 años, sin tener en cuenta las tormentas) en comparación con los relojes monumentales, que a menudo funcionan a lo largo de tres o cuatro generaciones... Esta relación de relojes conservados en campanarios quiere ser, a la larga, un inventario de un patrimonio industrial e histórico en grave peligro de conservación y desaparición.