DE SANTOS, Santi - Relojes de torre y relojeros en La Rioja, los mantenedores de la hora oficial
Relojes de torre y relojeros en La Rioja, los mantenedores de la hora oficial
Los relojes de torre pierden su razón de ser. Los
horarios siempre han tenido gran importancia para regular la vida
oficial, la militar, la litúrgica, pero sobre todo la laboral.
Con la revolución industrial el
horario de trabajo se adaptó progresivamente, y a partir del año 1919,
con la jornada de de ocho horas, se necesitó una mayor precisión que la
proporcionada por los toques de campana de los relojes de torre que
anuncian las horas y los cuartos. Ahora los minutos también cuentan, y
para mucho obreros y empresarios, el reloj de referencia dejó de ser el
de la iglesia o el ayuntamiento, para convertirse como principal el de
la fábrica. Pero en el mundo rural, y en la tareas agrícolas de los
pueblos, se continuará durante mucho tiempo yendo a comer cuando sonaba
la campana, y las jornadas permanecerán siendo de sol a sol o las
condicionadas por la meteorología del momento.
Hoy
los relojes de torre, han perdido importancia incluso como referente
horario, y lo común es ajustar las horas con los modernos campanarios
que son los informativos de la radio y televisión, pero en otras épocas
los relojes de torre regularon la vida de los pueblos y ciudades.
SACRISTANES, EMPLEADOS MUNICIPALES Y RELOJEROS, LOS MANTENEDORES DE LA HORA OFICIAL Los
relojes de torre colocados en las iglesias y casas consistoriales eran
responsabilidad de los ayuntamientos quienes contrataban a una persona
para su mantenimiento. La
necesidad de este trabajo se justificaba ya que los relojes más
precisos de la época eran los de péndulo y ajustarlos de vez en cuando
era importante, dado que cada día acumulaban un desfase de 10 segundos y
en el caso de los más antiguos e imprecisos, incluso más.
Esferas y taller de relojero-herrero del Museo de relojes de torre S. Vicente de la Sonsierra
El
oficio de "relojero municipal" (mantenedor del reloj), en la mayoría de
los casos lo ejercían los sacristanes, los encargados de las campanas y
también los empleados municipales. Los relojeros profesionales eran tan
escasos que por ejemplo, para evaluar a pp. s. XX el estado del reloj
de torre de Mansilla, se llegó a publicar un anuncio en el Boletín
oficial de la provincia demandando un relojero profesional. Por
fortuna, en otras poblaciones de mayor tamaño de La Rioja, este trabajo
lo ejercía un relojero local quien desempeñaba una tutela efectiva de
la hora del municipio y se convertía en el relojero oficial nombrado por
el ayuntamiento. Así tenemos noticias a principios de siglo XX, de Fidel Urbina y su laboriosa tarea en la colegiata de San Miguel de Alfaro; Cipriano Tutor en la iglesia de San Gil de Cervera, Manuel Inclán en Haro;Clemente Marrodán en Arnedo; Felipe Cerrería en Badarán; Ursicinio Gutiérrez y Moises Martínez en Calahorra; Luis Miguel en Enciso; los Oñate en Nájera, Agustín Arrios en Santo Domingo de la Calzada; Ángel Barruso, Eulogio Pastor... en Logroño etc. Estos
profesionales, mantenían la hora pública, hacían las composturas y
vendían e instalaban los relojes de torre de los talleres extranjeros y
españoles de los que en muchos, casos eran comisionistas.
NÁJERA UNA POBLACIÓN CON DOS RELOJES DE TORRE A FINALES DEL S. XIX
El servicio del reloj público en Nájera. Hasta
1897 en Nájera el reloj público fue el de Santa María La Real y su
mantenimiento corría a cargo de los franciscanos, pero el municipio
pagaba la iguala al relojero local Teodoro de Oñate por las composturas que pudieran producirse.
A partir de la construcción del reloj del consistorio, Nájera dispone de dos relojes y a
los franciscanos de Santa María la Real que hasta entonces se les
compensaba con 25 ptas por este servicio público, ahora, se les deja de
pagar esta cantidad, pero se propone la exención de algunos tributos
municipales para poder seguir manteniendo en funcionamiento este reloj
de torre. Como era un reloj de torre (descripción del reloj Consistorial de Nájera) Juan de Oñate
instala algunos relojes de torre en La Rioja, como el de Cuzcurrita, y
en 1897 también el de la Casa Consistorial de Nájera del que se puede
leer en el periódico La Rioja una detallada descripción.
“Todo él se ha construido con las instrucciones de señor de Oñate en la gran fábrica de relojes de torre de Arsene Cretínl’Ange,
departamento de Jurs Francia. Es la repetición de horas con cuartos a
dos golpes. La máquina está colocada sobre un bonito armazón de hierro
fundido de pequeñas dimensiones. Las ruedas son de cobre de primera
calidad, cruzada a cinco brazos para mayor solidez. Los piñones, ejes y
todas las demás piezas que tienen rozamiento son de acero fundido,
templado y pulimentado. Los granos, en los que giran los ejes, son de
bronce y están asegurados con tornillos; los levantadores de las
sonerías son de acero templado; el escape está con clavija o a áncoras
de Grahaam, la suspensión es de doble resorte y las cuerdas son
metálicas. Todas la piezas están unidas por tornillos y tuercas, de
manera que el reloj puede armarse y desarmarse sin ningún inconveniente
cuantas veces se quiera. La esfera, que mide un metro de diámetro, es de
cristal esmaltado, horas y minutos vitrificados, para colocar luz en la
parte interior durante las horas de la noche. Las tres campanas son de
bronce de primera calidad, muy sonoras y con bonitos adornos en
relieve”
Muy probablemente sería un reloj parecido al que se puede ver en el siguiente vídeo del mismo fabricante y época.