Las catedrales son edificios complejos, marcados por la obligatoriedad de la conservación, por la variedad de usos que albergan y, además, por la falta de seguridad ante actos vandálicos. Las cinco catedrales gallegas, Santiago, Lugo, Ourense, Mondoñedo y Tui, tienen, según los técnicos, buena salud en lo estructural, pero padecen enfermedades crónicas en lo doméstico, carecen todas ellas de un mantenimiento profesional que ataje los problemas de cada día y las labores de mantenimiento que van más allá de la limpieza de las zonas comunes.
Según los técnicos de la Consellería de Cultura, la situación de las cinco catedrales gallegas tiene resueltos los problemas de fábrica y sus elementos más importantes están en buen estado o serán intervidos en breve, como podría ser el caso del pórtico de la Gloria, que será restaurado con financiación de la Fundación Barrié.
Para los técnicos de Patrimonio, la conservación de las cinco puede ser considerada homogénea, aunque hay diferencias porque, según el arquitecto de la Xunta, Manuel Chaín, «cada catedral ten os seus propios ritmos e prioridades».
Tanto para el director xeral de Patrimonio, como para el arquitecto de la catedral de Santiago, Javier Alonso, los problemas comienzan con la conservación cotidiana y con aquellas obras de formato menor en espacios que precisan de una atención diaria.
Los profesionales de la conservación consideran que con el sistema actual, las ayudas económicas, la financiación pública y privada de las obras de rehabilitación o de conservación las intervenciones importantes están garantizadas, pero no se puede decir lo mismo de las intervenciones sistemáticas o periódicas que unos edificios tan complejos como las catedrales precisan.
Javier Alonso, el arquitecto de la catedral compostelana, señala que es necesario «que cuando se habla de mantenimiento no se puede pensar solo en la limpieza y que hay que entender la necesidad de un mantenimiento profesional».
En la actualidad, ninguna de las cinco catedrales gallegas cuenta con equipos de mantenimiento ni siquiera a la manera de los departamentos de las grandes empresas. Una situación que para los técnicos de Patrimonio tiene dos problemas. De un lado no se acometen las labores de cuidado o de conservación periódicas en cada momento y por otro lado las pequeñas obras se realizan por manos diversas y sin ningún control. Los arquitectos coinciden en señalar que esta carencia de cuidados diarios afecta sobre todo a las partes de uso restringido, a las dependencias administrativas de cada una de los cinco edificios y a aquellas zonas en las que el uso no diario hace que reciban menos atención.
Según los arquitectos, los equipos de mantenimiento profesionales evitarían deterioros en elementos de los edificios que, con el paso de los años sin cuidados, necesitarán de intervenciones más grandes, más costosas y más agresivas con el edificio.
Para el arquitecto de la catedral compostelana hay que tener en cuenta el uso de las catedrales como espacios públicos y el desgaste que eso genera, señala Javier Alonso que «el uso de las catedrales es mucho mayor que el de algunos edificios públicos, pero no tienen la misma atención profesional».
La catedral de Santiago tiene a punto dos actuaciones en dos de sus zonas importantes, el pórtico de la Gloria y la restauración de las pinturas de la capilla mayor. Pero además, y según su arquitecto, en un plazo inferior a un mes se finalizará la redacción del plan director, el documento que debe regir las intervenciones en el edificio.
Según el arquitecto Javier Alonso, «el plan está ultimado, será entregado en menos de un mes a Patrimonio para que haga los apuntes necesarios y quedará fijado». El plan director de Compostela fue el primero en ponerse en marcha en España, al tiempo que el de la catedral de Toledo. Todas las catedrales gallegas cuentan, en distintas fases, con este documento que sirve de memoria arquitectónica y de patrón para las intervenciones necesarias.
Las pintadas aparecidas en la catedral de Ourense han puesto de manifiesto un nuevo problema en las sedes catedralicias gallegas. La falta de protección o de seguridad en edificios ubicados en el centro de las poblaciones y la dificultad para darles cobertura.
Según Patrimonio, ninguna de las cinco catedrales gallegas y tampoco ninguna de las concatedrales de Vigo y Ferrol tienen sistemas de protección eficaces contra este tipo de actos y, según Felipe Arias, director xeral de Patrimonio Cultural, «sería imposible ter vixilancia continua en todas as catedrais». Para Arias «quizais se perdeu o respecto polas catedrais que, ata agora e en conxunto, estiveron a salvo deses atentados».
Para el director xeral, la única manera de prevenir las pintadas o cualquier otro asalto al patrimonio «é mediante unha concienciación social que teña en conta do valor destes conxuntos». Otros métodos de vigilancia o de control están fueran de las posibilidades para Arias.
Para los técnicos uno de los problemas comunes que están afectando a las catedrales son las humedades. En los casos de Ourense y Lugo proceden de que el nivel de construcción de las sedes diocesanas están por debajo del nivel de la calle que las rodea y padecen toda una serie de filtraciones que afectan a elementos importantes que, hasta la fecha, han sido paliados con soluciones internas mediante drenaje o ventilación, pero que no se ha corregido en el exterior, lo que obligaría a obras parte de las Administraciones municipales.
En el caso de Tui, las humedades proceden de la cubierta de piedra que sirve de techo a la catedral y que es la original del templo. La cubierta tiene una estructura similar a la compostelana, pero padece muchos más problemas con el agua. Las soluciones son más complicadas en este caso por el carácter particular de la cubierta.
Una parte de la catedral compostelana también padecía problemas de humedad en su parte norte que se han solventado mediante ventilación y que, según los técnicos de Patrimonio, era necesario solventar antes de que se iniciaran las trabajos de restauración de las pinturas de la capilla mayor.
Para los arquitectos, uno de los problemas principales de las catedrales en Galicia, aparte de la humedad y el tiempo, es la adecuación de los edificios a las necesidades litúrgicas que exige la Iglesia como propietaria, a las necesidades culturales que crecen de manera continuada como patrimonio histórico y también a las necesidades como edificios administrativos y de archivo, cometidos que también asumen las catedrales.
Según los arquitectos, está claro que la demanda de lo cultural es cada vez mayor y es necesario tenerla en cuenta a la hora de intervenir en el edificio, como hacen los planes directores. Manuel Chaín considera que una «catedral é un museo non só porque todas elas teñan o seu espazo museístico senón porque para os visitantes funcionan de maneira parecida a un museo».
Uno de los problemas de las cinco catedrales, derivado de este uso, es la deficiencia en los accesos y las necesidades, según Patrimonio, de motorizar algunos de ellos para universalizar su uso.
Desde el punto de vista cultural, la idea es que la organización de las visitas debe tener un sentido, y desde Patrimonio se apunta a que las catedrales deberían contar con un centro de interpretación que organizase y guiase las visitas y también fuese capaz de explicar a los visitantes todo lo que los templos tienen que contar. Esto obligaría a la reforma de los museos de cada uno de los templos, pero, en este caso, la decisión sobre las prioridades depende de los responsables de cada una de las catedrales.
INVITADO
e-norte.org (30-03-2008)
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