AADIA, Moussa - Jacquemarts

Jacquemarts


Le Jacquemart - Autor: ANONYME

En los tiempos que corrían cuando se inventaron los jacquemarts, el concepto de animación y movimiento estaban estrechamente unidos. Según los científicos de la época, la animación (ánima) es un hecho retribuido única y exclusivamente al poder divino; sin embargo el movimiento podría ser representado por el ser humano y a raíz de ello el esmero del hombre en fabricar un ser similar a nosotros con funciones concretas que llevar a cabo y con una fisiología (diseño) similar a la forma humana. El último eslabón de la evolución de los autómatas son los robots actuales.

Dos de las mayores preocupaciones científicas del hombre durante la Edad Media fueron la creación divina y la inmortalidad; nosotros nos centraremos en la primera de ellas. Durante esa época el concepto de animación y movimiento estaban estrechamente ligados, aunque los científicos de esos tiempos mantenían su teoría acerca de que la animación (ánima) es un hecho retribuido única y exclusivamente al poder divino.

En sus inicios, los jacquemarts no eran más que autómatas fabricados con madera y vestidos según la indumentaria típica de los tiempos que corrían cuando se inventaron (S. XIII), cuyo función no era otra que avisar a los habitantes del lugar sobre posibles catástrofes, epidemias, ataques enemigos, fiestas religiosas y populares.... Pero, a medida que van pasando los años se van modernizando y actualizando hasta llegar a representar escenas religiosas al completo con un amplio bagaje de autómatas participantes y una fascinante decoración y ambientación (como por ejemplo aquel que representa la Santa Familia y los Reyes Magos el día del nacimiento del niño Jesús). Se localizan en lo alto de algunos campanarios o relojes mecánicos, con la finalidad de simbolizar un saludo y una reverencia a Dios, así como subrayar las aspiraciones que tiene el ser humano en el cielo. Además de todas estas connotaciones religiosas, a los autómatas también se les relacionó con monumentales representaciones del zodiaco, del calendario lunar o del curso de los planetas según Ptolomeo.

En su momento más glorioso, los jacquemarts eran auténticos espectáculos populares que fascinaban a los transeúntes por su coreografía perfecta y por el misterio que conllevaba su figura y funcionamiento. Su función consiste en golpear la campana de la torre donde se encuentran, acompañando cada campanada con movimientos de cabeza. Pero, ¿cómo logran su cometido?, según lo recogido por Chapuis y Gélis en su libro "El mundo de los autómatas, estudio histórico y técnico" (Le Monde des Automates, étude historique et technique), el mecanismo y funcionamiento de un autómata dependía de un sistema de palancas y contrapesos que eran puestos en acción cada vez que se anunciaba una nueva hora. No nos olvidemos que en esa época las campanadas eran realmente de gran utilidad social a la hora de avisar sobre catástrofes, alegrías, oficios religiosos, fiestas populares...

En algunos países europeos, los jacquemarts llegaron a desarrollar un papel de tal relevancia que siempre estuvieron muy ligados a leyendas medievales e historias populares. La más fiable de todos y la que nos habla sobre el origen de estas figuras es una leyenda de origen francés, según ésta se afirma que durante una de las guerras religiosas del siglo XVI, dos hombres, Houzou Bénard y Paquet Sivière, profanaron una procesión religiosa por lo que fueron condenados ha dar las campanadas que avisen de las misas y oficios religiosos hasta el fin de sus días, y cuenta también la leyenda que una vez fallecidos, los dos condenados fueron reemplazados por dos autómatas de madera que continuaron con su misión.

Desde antaño los autómatas se vieron muy ligados a los relojes de agua y a los relojes solares, pero fue con los monumentales relojes mecánicos cuando estas figuras animadas encontraron su lugar en el centro de las ciudades. El reloj mecánico más antiguo dotado de autómatas fue construido en Ovieto (Italia) en el año 1351, en este reloj podemos observar un autómata de bronce de unos 165cm de altura que anuncia las horas golpeando la campana gracias a un sistema de palancas y pesos. La instalación de autómatas en los relojes encontró cabida en múltiples ciudades europeas desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII aproximadamente, prueba de ello destacaremos autómatas célebres como Hans en Alemania, Jean en Flandes o Jack'O Clock en Inglaterra. Pero una vez adentrados en el siglo XVIII los autómatas empezaron a perder relevancia en el centro de las ciudades y en el corazón de la gente.

¿Pero cual es el verdadero origen de los jacquemarts?, lo cierto es que hay diversas teorías que explican su aparición, unas afirman que para encontrar el origen de estos autómatas hemos de remontarnos a la época de la Cruzadas y de las Guerras Santas, ya que para aquellos que sostienen esta teoría los autómatas son de origen árabe y fue durante este tiempo de guerra cuando se introdujeron en Europa; esta teoría se sostiene, ya que en Italia encontramos un autómata que data de 1351 vestido con la indumentaria que se utilizaba en la época de las grandes guerras medievales.

Para otros historiadores el origen de estos autómatas procede de Flandes, este colectivo sostiene su teoría en el jacquemarts más antiguo de Francia (1382 Dijon) y que fue construido por un mecánico holandés Jaques Marc.

Las primeras notificaciones de la existencia de autómatas, nos llevan a Inglaterra donde en un relato del SXIII se menciona a "un hombre que golpea la campana en lo alto de un campanario", esta teoría esta respaldada por documentos de los Condes de Chapitre de Saint-Pierre de Londres en donde aparece la fecha de 1298 como fecha de la aparición de ese primer autómata.

Hoy día, sólo en Francia se conservan una veintena, uno de los más emblemáticos y famosos es el de Notre Dame de Dijon. Esta iglesia de estilo gótico, fue construida entre 1230 y 1250. En 1382 una sublevación burguesa en Gante hizo que Charles VI solicitara la ayuda de su tío Philippe le Hardí y del pueblo de Dijon, gracias a la ayuda de éstos se consiguió acabar con la revuelta y además este conflicto concluyó con el saqueo de la ciudad de Courtrai (actualmente en Bélgica). En Courtrai residía un jacquemart, que representaba la figura de un hombre (posteriormente pasó a ser el padre de familia) fumando una pipa, que fue llevado a la ciudad de Dijon por Philippe le Hardí como señal de agradecimiento a los habitantes de dicha ciudad por su apoyo a Charles VI reprimiendo la revuelta de Gante.

Durante el siglo XVII se le añadió a la figura del solitario hombre fumador un autómata femenino, un siglo más tarde se añadió un autómata que representaba la figura de un niño y en el siglo XIX se introdujo el último autómata con figura de niña completando así la imagen de una familia.

La palabra jacquemart (en francés) se encuentra muy discutida etimológicamente y ortográficamente, pero en 1980 Mr Gazanhes de Lambesc (gramático) fijó su significado:

Para nosotros, jacquemart se refiere a aquel autómata sonoro, que golpea la campana con un martillo u otro artilugio y adosado a un reloj situado en lo alto de una torre o de una iglesia.

Según esta definición no se incluyen los autómatas no sonoros en la denominación jacqmarts.

AADIA, Moussa

iua.upf.es (00-00-2008)

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