Pascual, Llop, Vaquer y Salom, ayer en La Seu
"La única voz del pasado que sigue viva" se guarece en la parte alta de la Seu, privada del trasiego de turistas y en deficiente estado de conservación. Se trata del conjunto de campanas de la Catedral, que constituye, gracias a cuatro de ellas que datan de 1312, el "conjunto medieval más importante de Europa", según Francesc Llop, doctor en antropología social y campanero de la Catedral de Valencia.
El especialista, que ofrecerá esta tarde la conferencia Els tocs de campanes: un patrimoni sonor compartit, clama por ello por una restauración "respetuosa con la posibilidad de tocarlas manualmente", y cuyos costes cifra en algo menos de 300.000 euros. "Hay que reponer las estructuras de madera, hacer que la electrificación que se hizo hace 27 o 28 años vaya por ordenador y restaurar los toques históricos", detalló el historiador.
Se recuperaría así "una sonoridad con la que la gente se identificaba, única y absolutamente distinta de la castellana", aunque emparentada con las mediterráneas y francesas "porque entonces la Corona de Aragón trabajaba con fundidores galos que las construían a pie de campanario", y su restauración se sumaría a otra, puesta ya en marcha desde el Arxiu Diocesà, de su "manual de instrucciones", con partituras históricas de en torno a 1500, que recogen hasta un centenar de toques de campana distintos.
"Los había desde para avisar que llegaban barcos hasta para cuestiones más trascendentes, como el rezo del Ángelus, que abría las murallas, o el que las cerraba, y los toques de muertos de aquí podían ser los de fiesta en L´Horta de València", explicó Llop. "Marcaban el ritmo de la ciudad mucho más que los relojes, que son construcciones artificiales", abundó.
Por entonces, las diez campanas de la Seu, distribuidas en un campanario con dos salas y "grafitis hechos con carbón del siglo XIV y XV, que contienen la pequeña historia de la ciudad", sonaban entre 45 y 50 veces al día. Ahora lo hacen sólo una vez, por las mañanas, y en las misas dominicales. "El único futuro para las campanas es que no se consideren como un ruido sino como patrimonio", sostiene el antropólogo, empeñado en que los mallorquines "hagan suya la Seu" y sus sonidos, integrados en su ADN cultural.
Valencia es un ejemplo idóneo para el optimismo. "En 20 años, la gente ha pasado de considerar un atraso que se eliminara el sistema automático a reconocer el valor del toque manual y reunir a hasta a 18 voluntarios para tocarlas en el día del Corpus", señala el campanero.
Con los asistentes a la conferencia de hoy (19:45 horas, Capella del Santíssim), organizada por la Fundació Amics del Patrimoni, no subirá hasta el campanario "porque es peligroso", pero el sonido de sus diez tesoros se dejará oír, de forma excepcional, al final de su exposición.
CUART, Mateu
Diario de Mallorca (12-03-2009)
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