Una empresa barcelonesa especialista en relojería monumental sorprende a los visitantes del salón con un minicarillón donde una docena de campanas situadas de forma escalonada permite tocar cualquier melodía. El milagro es que cada campana tiene un determinado peso y tamaño, por lo que da una determinada nota.
Un mÚsico valenciano, concretamente un carillonista, se encarga de adaptar una canción a melodía susceptible a ser tocada por campanas. La introducción de estas notas en un programa informático permite accionar los electromartillos que entonan las canciones. Los carillones pueden tener de 8 a 23 campanas.
El resultado se puede escuchar en la carpa de Municipàlia , el pabellón 5, donde puedes oir melodías tan dispares como el Salve Regina o el Virolai e inmediatamente escuchar el Let it be de los Beatles o el Cant dels Ocells. Obviamente la carta de melodías de que se dispone está repleta de temas religiosos pero también hay mÚsica clásica y folklórica. Se puede hacer al gusto de la ciudad.
Las campanas pueden dejar de ser un elemento exclusivo de espadañas y campanarios para pasar a ser mobiliario urbano. Al menos esta propuesta de carillón va más allá del sonido y juega con la estética ya que pueden convertirse en esculturas repletas de este instrumento en plena calle.
J. B.
"La Mañana" (23/10/2003)
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