Ya que nos vamos a separar durante unos meses de n´Eloi, la campana mayor de la Seu, conozcámosla un poco más
Los trabajos para reparar n´Eloi ya han comenzado. - Autor: RAMON, B.
Ya que nos vamos a separar durante unos meses de n´Eloi, la campana mayor de la Seu, conozcámosla un poco más. En 1389 la catedral ya tenía una con este nombre, aunque no es la que ha llegado al siglo XXI necesitada de unos retoques estéticos. La campana en proceso de desmontaje y traslado a Alemania tiene dos fechas de nacimiento. La primera es 1574. El resultado no debió ser muy satisfactorio porque después de una larga polémica fue refundida el 13 de enero de 1593 en la casa de los maestros fundidores Miquel Homar y Joan Benet Bonnin.
Con la plena satisfacción de quienes hicieron el encargo, nació un gigante de dos metros de circunferencia, 1,95 de altura con las asas incluidas y un peso de 4.500 kilos. Para que además de grande fuera bella le grabaron tres imágenes de San Eloy, tres de la Virgen de la catedral y otras tres de Cristo con su madre y San Juan al pie de la cruz. También se dejó constancia del año de nacimiento. Subirla al campanario requirió mucha fuerza y la inteligencia de un viejo marinero. Completada la delicada operación, el obispo Joan Vich i Manrique, bendijo la campana el 31 de enero de 1593.
Las anécdotas sobre n´Eloi abundan. En 1598 se revisó el peso del badajo ante el temor de que rajara la copa. Sonaba cada vez que había una tempestad y el 12 de septiembre de 1688 se resquebrajó. No fue reparada hasta 1755. Para voltearla se necesitaban doce hombres llamados aloiers. Su labor se consideraba tan importante que estaban exentos del servicio militar, un beneficio que fue suprimido en 1721 por Felipe V.
La más tétrica de las leyendas cuenta que en una ocasión, mientras los aloiers volteaban la campana, la parte inferior de la copa golpeó en un despiste a uno de ellos. La cabeza fue arrancada de cuajo y salió por uno de los ventanales hasta caer en medio de la plaza de la Almoina. La historia es, por supuesto, apócrifa, pero se asegura que la calavera del desgraciado se conservó durante años en el campanario como advertencia de los riesgos asociados a la labor de los campaneros.
RIERA, Joan
Diario de Mallorca (24-04-2013)
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