Los defensores de vivir en un pueblo suelen centrar sus razonamientos en que la contaminación acústica es menor que en capitales como Valencia. Sin embargo, eso tiene sus efectos secundarios: en medio de la tranquilidad, cualquier ruido supone un sobresalto. El tolón, tolón de las campanas golpea la cabeza de aquel que quiere aferrarse al confort del sueño matinal en un día festivo. Los vecinos de Quartell ya no tendrán ese problema, pues el párroco suprimido el volteo de los bronces a horas intempestivas.
Los efectos de esta decisión se han notado en los últimos días. Las celebraciones del Rosari de l’Aurora han estado recorriendo las calles del centro urbano del municipio de Quartell cada domingo del pasado mes de octubre.
Este año, la festividad ha contado con novedades. Entre ellas, la más llamativa, y pudiera se que polémica, está la supresión de los volteos generales de las campanas del templo a la entrada y salida de la comitiva procesional, presidida por el estandarte de la Virgen del Rosario, con el fin de respetar las horas de sueño.
Como siempre que el cambio afecta a una tradición, habrá quienes consideren que se ha amputado una costumbre ancestral. Otros ni pensarán en ello al esconderse bajo las mantas para evitar que el sol dominical les arruine el sueño, facilitado por la ausencia del ruido metálico que resonaba por todo el pueblo.
“Los tiempos han cambiado y mucha gente dedica la mañana del domingo para descansar, por tanto se levantan tarde y el volteo de las campanas interrumpe su sueño”, señaló Ramón Micó.
Es el responsable de la iniciativa. El párroco de Quartell aseguró que muchos jóvenes y algunos adultos no entienden el significado de voltear las campanas a las ocho de la mañana de los domingos y, por este motivo, ha decidido suprimirlo.
Las poblaciones vecinas de Quart y de Benavites, donde Ramón Micó también es el párroco, han adoptado la misma actitud. En estas localidades, las campanas se volteaban a las ocho horas y a las 10, respectivamente, y ya no lo hacen.
La práctica de religiosidad popular del Rosari de l’Aurora, que está datada en Valencia desde 1886, impulsada por Gregorio Gea y Vicente Ballester, contó asimismo con colaboraciones eminentes como el compositor Salvador Giner.
Muchos pueblos valencianos han mantenido esta tradición, sobre todo durante el mes de octubre. No obstante, en su origen se trataba de un desfile procesional que se hacia al amanecer.
En la actualidad, se ha retrasado su celebración hasta las ocho de la mañana. La participación ciudadana suele oscilar en esta celebración en torno a medio centenar de personas.
Nadie ha alimentado la polémica. Los bronces siguen en el campanario y se hacen notar a horas menos intempestivas, cuando hasta los más dormilones ya han saciado su sueño. Por ello, Ramón Micó, en aras de respetar el descanso, también ha suprimido a partir de este mes el repicar de las campanas que anuncia la misa de las 9 de los domingos.
J. V. M.
"Las Provincias" (02/11/2005)
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