“Falsos cristianos, los que dicen que Jesús ha resucitado y que viven una vida nueva, pero después viven una vida corrupta, estos cristianos acabarán mal”, expresó el Papa Francisco en la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro el pasado miércoles santo. “El corrupto finge que es una persona honrada, pero al final su corazón está podrido”, dijo el Papa. Además, el Pontífice señaló que “aunque pecador, que todos lo somos, un hombre no puede ser corrupto (...) No se puede vivir con la muerte en el alma”.
En algunos países, hoy domingo de Pascua, cuando se oyen las campanas, las abuelas llevan a los niños a lavarse los ojos para ver las cosas de Jesús, las cosas nuevas, señaló el Pontífice, e invitó a “dejar que esta Pascua nos lave el alma, nos lave los ojos para hacer y ver muchas cosas buenas”.
Y esas cosas buenas están relacionadas, entre muchas, con la conservación de nuestro patrimonio natural colombiano. El Papa Francisco sigue invitando a invertir mucho más en investigación para entender mejor el comportamiento de los ecosistemas y analizar adecuadamente las diversas variables de impacto de cualquier modificación importante del ambiente.
Según la Carta Encíclica sobre el cuidado de La Casa Común, todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros. Cada territorio tiene una responsabilidad en el cuidado de esta familia, por lo cual, debería hacer un cuidadoso inventario de las especies que alberga en orden a desarrollar programas y estrategias de protección, cuidando con especial preocupación a las especies en vía de extinción. El agua potable y limpia es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Las grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del recurso, que en los momentos críticos no se administra siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad. En algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez.
De acuerdo a la Carta Encíclica, un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes.
Para el Papa Francisco, este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarle el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres.
El Sumo Pontífice advierte un derroche de agua no sólo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad. Una mayor escasez de agua provocará el aumento del coste de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso.
Por eso hoy domingo de Pascua, cuando se escuchen las campanas, debemos lavarnos los ojos para ver las cosas que verdaderamente nos deben importar, y hacer muchas cosas buenas por esta Colombia que tanto necesita de la mirada de jóvenes con un desarrollo emocional e intelectual equilibrado para la toma inteligente de decisiones. Dejemos que esta Pascua nos lave la muerte del alma, hasta dejarla del color que tenía cuando éramos niños.
LOZANO, Ricardo
El Colombiano (02-04-2018)
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