El cardenal Rouco Varela regresó ayer a Galicia. Volvió para estar presente, en la catedral de Mondoñedo, en la apertura del año jubilar de san Rosendo. Allí, rodeado por los obispos de las cinco diócesis gallegas y por el prelado de Astorga, reivindicó el legado espiritual de la «evangelización de Europa». Y al mismo tiempo, dirigiendo la mirada hacia sus propios recuerdos, quizás un tanto conmovido y ante una catedral abarrotada de fieles, rememoró sus primeros pasos en la vida religiosa: «¡Yo también he sido sacerdote de esta diócesis...!», dijo el arzobispo de Madrid (Vilalba, 1936), dirigiéndose muy especialmente a sus antiguos compañeros de seminario. Durante la ceremonia, que giró alrededor de la figura de san Rosendo, del gran pacificador de la Galicia del siglo X, la Iglesia gallega y la del norte de Portugal, todos renovaron los lazos de afecto nacidos de un origen común.
Junto a los obispos de Galicia y Astorga, ayer estuvieron en Mondoñedo el deán de la catedral de Braga -de la diócesis primada de Portugal- y una amplia representación religiosa de enclaves lusos como Dumio -lugar tan estrechamente vinculado a los orígenes de lo que hoy es la diócesis de Mondoñedo-Ferrol- y Santo Tirso, el lugar donde san Rosendo nació hace once siglos, cuando Galicia llegaba hasta el río Duero.
LOUREIRO, Ramón
La Voz de Galicia (26-11-2006)
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