ARMERO, Pilar - Repiques de Montehermoso

Repiques de Montehermoso

Las campanas de la familia Rivera se reparten por los cinco continentes

Un trabajador limpia una campana en la nave de Montehermoso en la que se fabrican
Un trabajador limpia una campana en la nave de Montehermoso en la que se fabrican

¡¡¡¡Tolón, tolón, tolón!!!! El párroco de cualquier pueblo del mundo puede hacer sonar las campanas de su iglesia con sólo darle a un botón de su teléfono móvil. Lo mismo da que el sacerdote se encuentre a cien pasos que a 100.000 kilómetros del campanario. Cosas de la técnica, que avanza que es una barbaridad, y en esto de las campanas lo mismo que en otras tantas cosas de la vida.

Lo de accionar el campanario vía GSM, que es como se denomina esta posibilidad de control remoto, lo cuenta Gregorio Rivera, cuarta generación de una familia de fabricantes de campanas de Montehermoso. De la empresa familiar han salido y siguen saliendo campanas para todo el planeta, unas 30 al mes, con destino a los cinco continentes. En Europa, sus principales demandantes son Bélgica, Italia, Irlanda y Portugal y no hay mes que no salga alguna de la fábrica para Sudamérica.

Hasta llegar al GSM han pasado 150 años de trabajo en casa de los Rivera. Es el tiempo que toman como referencia porque es el que marca la campana más antigua con sello propio que han encontrado. Aunque tal vez pueda que sean más, porque ha aparecido una pieza en El Bronco con fecha de 1.858 e inscripción 'Rivera', que podría añadir un año más a la trayectoria profesional de estos maestros fundidores, que no campaneros. Porque «campanero es el que toca las campana», precisa el empresario cacereño, que junto con su hermano Eleuterio está al frente de la industria y de una docena de trabajadores.

Son los únicos que hacen campanas en Extremadura y unos de los cuatro fabricantes que hay en España. La escasez de oferta es la que hace posible que sus trabajos estén presentes en sitios tan dispares como Australia o Méjico; Ciudad Real o la plaza de Marbella.
El tatarabuelo fue el que se inició en este trabajo, después de conocer a un maestro artesano de campanas que fue a llegar desde Santander hasta el norte extremeño. «Es que los primeros eran trashumantes -apunta el empresario-. Iban al pie de la torre, construían un foso y un horno y trabajaban las campanas allí mismo».

Evolución técnica ha habido en el oficio, pero no ha impedido que se continúe manteniendo la construcción artesanal, por ejemplo en la fundición que empieza por enterrar las campanas bajo tierra, igual que se hacía 300 años atrás.

Artesana es también la fabricación de los tres moldes necesarios para obtener el producto final: uno macho, otro hembra y una falsa campana, así como los cinco patrones que se han ido transmitiendo de generación en generación. «Planta, punto, sustancia, grueso mayor y grueso menor», repite Rivera.

Por avión y barco

Uno de los avances que ha influido positivamente en esta tarea de manufactura de campanas es la mejora de las comunicaciones. «Una campana se envía en avión de un día para otro al sitio que sea y en barco en unos 10 ó 12 y eso es un gran adelanto». Hasta la fábrica de Montehermoso llegan pedidos a través de la red. 'Campanas Rivera' está en Internet, pero el cambio fundamental ha venido de la mano del transporte internacional.

Variaciones ha habido también en la clientela con el paso del tiempo, de manera que si hasta hace unos años las iglesias eran los principales demandantes ahora son las instituciones y los particulares. Las primeras eligen en muchos casos carrillones o relojes de los que salga una música especial. Los particulares se decantan por modelos menos sofisticados con los que personalizar sus viviendas.
En todos los casos, las campanas tienen nombre, una costumbre que se determina en función del destino que se les vaya a dar. «Si son para una iglesia se les suele poner el nombre de una Virgen o de un santo al que se le tenga devoción. Si es para un ayuntamiento, el de alguien querido en la localidad que se trate, mientras que los particulares suelen ponerles los nombres de sus hijos». El carné de identidad se completa con el nombre de la fundición y el año en que se fabricó, datos que resultan excepcionales en el caso de que alguna campana sea robada para cambiarla en el mercado negro por los 15 euros que puede llegar a costar el kilo de cobre con el que están hechas.


ARMERO, Pilar

Hoy.es (30-11-2009)
  • Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción - MONTEHERMOSO: Campanas, campaneros y toques
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