La torre campanario se hallaba en aquel tiempo en la cabecera, como se ha dicho, en el lado del Evangelio de la iglesia y, parece, por los dibujos de Anton van den Wijngaerde, que su caña era pétrea con abertura en el cuerpo superior para habilitar las campanas. Por su tipología, sospechamos que pudo ser edificada en el siglo XIV o los inicios de la siguiente centuria.
Ya en la siguiente centuria, concretamente en 1708, tenemos constancia de que mosén Vicente Pérez Castiel Artigues, archivero de la parroquia e hijo del reputado arquitecto Juan Pérez Castiel, recibió poderes de su padre por hallarse exiliado en el reino de Castilla y así poder encargarse de sus asuntos. Años en los que, muy posiblemente, Juan Bautista Pérez Castiel Artigues –otro de los hijos del arquitecto aragonés, perito además en cuestiones de arquitectura– coincidió como beneficiado de San Lorenzo. Con todo, el linaje de este destacado autor turolense continuó teniendo una estrecha relación con la antigua parroquia valenciana, ya que, al no poseer torre de campanas dicho edificio por haberse derruido la fábrica gótica en 1680 por el maestro de obras Lorenzo Cassanya, en 1743 se capitula con el arquitecto José Mínguez –tradicionalmente considerado sobrino de Pérez Castiel, pero muy probablemente su hijo natural– la elevación de un campanario en el lado de la Epístola de la capilla mayor (justamente en la parte contraria en la que estuvo la torre medieval y donde, en principio, se intentará levantar de nuevo). Una de las construcciones de ladrillo más esbeltas y mejor ejecutadas en dicho período.
En las postrimerías del siglo XVIII, concretamente en 1770, tres de los arquitectos académicos más destacados del período: Antonio Gilabert, Vicente Gascó y Juan Bautista Mínguez, una vez personados en el templo, presentaron un informe a la Real Academia de San Carlos de Valencia evaluando unas grietas detectadas en las arcadas y las bóvedas del edificio, circunstancia que nos hace pensar que entonces comenzaron a aparecer los primeros problemas estructurales en el mismo, los cuales se agravaron cuando el 5 de marzo de 1822 un seísmo hizo oscilar levemente el campanario provocando algunas fisuras en su caña.
En el siglo XIX es probable que la parroquia contara con una vicaría extramuros: la iglesia de San Antonio. En este contexto, el templo de San Lorenzo continuó prestando con normalidad sus servicios litúrgicos hasta que en 1903 le fue retirada su condición de parroquia y trasladada a la iglesia de Nuestra Señora del Pilar, a la par que sus campanas, las cuales fueron permutadas por dos pertenecientes al templo del antiguo convento dominico y que hoy todavía se conservan en la torre de San Lorenzo (llamadas Benito, Ana, Fulgencio –1718– y Domingo –1742).
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