Se antoja desafortunado, cuando menos, que PSOE e IU se sirvan de las campanas de la Magistral para ilustrar su preocupación por la contaminación acústica en Alcalá, un problema cierto y preocupante que hay que atacar. Pero incluir el sonido de las bellas campanas en el epígrafe de ruidos es, simplemente, un ejercicio de insensibilidad y de desconocimiento que obedece, con probabilidad, al pulso que la izquierda y la Iglesia parecen mantener últimamente. Pero mezclar las churras de la política con las merinas de la gestión local es una boutade que se cae por su propio peso entre risotadas inevitables.