Envidiar las vistas que disfrutan las cigüeñas desde sus moradas en las torres, espadañas y tejados de la Alcalá antigua va dejando de tener sentido.
Está a punto de cumplirse un año de la apertura al público del mirador de la torre de Santa María y en breve podría ser visitable también la torre de la Magistral, el edificio más alto del Casco Histórico. Contemplar la ciudad a vista de cigüeña, por tanto, comienza a ser otro reclamo turístico de la ciudad, que en los últimos tiempos ha dado un buen empujón a la rehabilitación de sus ‘techos’.
El centro de Alcalá se encuentra a 587 metros de altitud sobre el nivel del mar, tomando la conocida referencia de las playas de Alicante. Pero la mano del hombre, más el ladrillo, el granito y el hormigón, han permitido a lo largo de los últimos cinco siglos estirar la ciudad por encima de los 600 metros. Algunos vecinos poseen el privilegio particular de disfrutar de las vistas a esa altura desde las terrazas y ventanas de sus viviendas, en las últimas plantas de las grandes torres construidas durante los 70 en los barrios de Reyes Católicos, Nueva Alcalá y El Val, fundamentalmente. También hay ocasiones puntuales que permiten saborear una buena panorámica desde alguna institución pública, como sucede con el colosal bloque del Archivo General de la Administración, en la plaza de Aguadores. Pero un de tiempo a esta parte, y como consecuencia de los avances en la recuperación del patrimonio histórico, el lujo de ver la ciudad y sus alrededores desde lo más alto de un edificio antiguo se ha extendido al público general. Y parece sólo el comienzo.
Las reformas que se están acometiendo desde esta semana en la torre de la Catedral Magistral, con una inversión regional de más de 150.000 euros, han permitido saber que la Diócesis baraja la posibilidad de permitir el acceso al público, como parte de las visitas turísticas al templo. De hecho, el remozamiento afecta al interior de la torre, en concreto a los forjados y a la escalera helicoidal. La última gran rehabilitación de la torre de San Justo se llevó a cabo hace más de doce años. Entonces se acometió una profunda rehabilitación de las estructuras del que fue hasta hace sólo unos pocos años el edificio más alto de la ciudad, con sus 63 metros, así como el emblema del primer templo de la ciudad. Construida entre 1528 y 1618, de ella destaca su chapitel de pizarra y su amplio campanario, que hace una década estrenó nuevas campanas donadas por un particular.
Sin campanas y sólo como mirador se utiliza desde octubre del año pasado la solitaria torre de la antigua Iglesia de Santa María la Mayor, en la plaza de Cervantes. Incendiada primero y bombardeada después durante la Guerra Civil, de la iglesia, construida por orden del Arzobispo Carrillo a mediados del siglo XV y lugar del bautismo Miguel de Cervantes en 1547, sólo quedaron los ábsides, algunas capillas –la del Oidor fue la más importante– y la mencionada torre campanario.
La arquitectura es, sin duda, la que manda por todo lo alto en el Casco Histórico alcalaíno. Además de las torres y de las espadañas, las cúpulas dominan el paisaje vertical. Y aunque no puedan servir de mirador, sí embellecen las vistas desde el suelo. Cúpulas como la del Convento de las Agustinas o la reconstruida en las Juanas, tras una iniciativa popular, son un reclamo en sí mismas. Menos vistosas por fuera, pero espectaculares por dentro son las cúpulas de las Bernardas, joya absoluta del Barroco, obra de Juan Gómez de Mora; y las de la Iglesia de Santa María. En este último templo se acometió el pasado invierno por fin la reparación de la cúpula de la Capilla de las Santas Formas, una construcción de finales del siglo XVII y decorada con pinturas del siglo XVIII, obra de Juan Vicente de Ribera, que amenazaba ruina.
Aunque en cuestión de altura, historia y vistas, quien bate todos los récords locales es un pequeño torreón de aspecto tosco y autor desconocido, fabricado en torno al siglo XIV en estilo mudéjar como parte a su vez de una fortaleza de más de mil años de historia. Se trata de la torre albarrana de Qal’at Abd al Salam, o Alcalá la Vieja, la ciudadela musulmana en la que se están llevando a cabo nuevas campañas de excavación y en la que se proyecta, a medio plazo, construir un pequeño museo. Sólo las vistas de Alcalá y el valle del Henares merecerán la pena. No en vano, el Ecce Homo, cerro donde se ubica el antiguo castillo, se eleva a 630 metros sobre el nivel del mar.
HINOJOS, Pedro P.
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