El reloj parroquial - Autor:MADINABEITIA
A los legazpiarras nos han sorprendido estos días los sones melodiosos provenientes del campanario de la Parroquia. Nunca hasta ahora en la torre de la iglesia había sonado el carillón. Desde hace unas fechas se escucha al mediodía y al atardecer la melodía del Ave María del Santuario de Lourdes. Es preciso puntualizar que la interpretación no se produce por el juego de campanas, sino por el casete al que impulsa el ordenador colocado. Las notas musicales se escuchan un minuto antes de las 12 del mediodía y otro minuto antes de las 8 de la tarde, del reloj de la Parroquia. Precisamente, por este motivo, el tema del reloj parroquial es el que me ha solicitado, como colaboración, Tere Madinabeitia.
En el repaso de mis antiguos apuntes y papeles, antes de toparme con el reloj parroquial me he encontrado con el cargo de relojero, como responsable del mantenimiento. Se encuentra entre los cargos que percibían directamente del erario municipal. Figura incluido en la relación de personal dependiente del Ayuntamiento. La razón del compromiso del Ayuntamiento con el relojero es probable que se estableciera en función de servicio público que prestaba el reloj, colocado en el campanario de la Parroquia, cuando la posesión de un reloj era privilegio de minorías.
La verdad es que los emolumentos percibidos por el relojero, por ejercer el cargo, no eran precisamente para depararle muchas alegrías. Basta aportar algunos datos para confirmarlo. Por ejemplo, en el ejercicio económico de 1885/86, en el Ayuntamiento de Legazpi, el capítulo de gastos ascendió a 10.386,52 pesetas, de las cuáles 8.341 pesetas correspondieron a la partida de pagos efectuados al personal. El sueldo más importante correspondió al médico con 2.000 pesetas, el secretario percibió 520 pesetas, los tres maestros en conjunto 3.971 pesetas y entre el responsable de la alhóndiga, el tamborilero, al cartero peatonal y el relojero, sus percepciones sumaron 200 pesetas. Concretamente el relojero cobró 25 pesetas. Con este sueldo figura hasta el año 1910. A partir de ese año se eleva a 33 pesetas, se incrementó a 50 pesetas el año 1920 y en la década siguiente figura con 75 pesetas. Ejercieron este cargo, a partir del año 1888, Martín José Zabalo, Valentín Urcelay, Víctor Yarza, Antonio Aguirre y Facundo Urcelay. Este último, probablemente, hasta la amortización del puesto, el año 1959.
Me imagino que desde que se construyó la actual Parroquia, a comienzos del siglo XVIII, hasta el año 1888 en el que he localizado la colocación de un nuevo reloj, el campanario tuvo más de un reloj. Me sitúo en el año indicado, porque es cuando Benito Yeregui de Usurbil colocó un nuevo reloj por el que cobró 1.000 pesetas. Tenía tan sólo dos esferas, situadas en la cara norte y sur del campanario. Con este reloj permaneció la Parroquia hasta el año 1960. En la década de los años 60 del siglo pasado, se acometieron importantes obras de reestructuración y restauración en el edificio parroquial. El proyecto inicial lo presentó el arquitecto Damián Lizaur, pero no pudo llevarlo a cabo por el fallecimiento inesperado del arquitecto. Le remplazó el arquitecto Manuel Urcola, con un proyecto nuevo. Las obras comenzaron el 11 de noviembre de 1959.
En el interior del edificio, como obra nueva, se realizaron el sobrecoro, la capilla de la Santa Cruz, el nuevo baptisterio, la apertura de luces laterales en el altar, la construcción de bancos para la supresión de las sillas, entre otros.
En el exterior, por su parte, se realizaron la reconstrucción del pórtico que da a la cara este, la sacristía, los salones parroquiales y el alojamiento de las calderas de calefacción. Precisamente con la realización de esta última obra, se suprimieron los lavaderos públicos, una obra inaugurada por el Ayuntamiento, el año 1908, con gran solemnidad, para conmemorar el tercer centenario de la emancipación de Segura. (Es una buena oportunidad para recordar que está próxima la celebración del cuarto centenario).
En respuesta a la solicitud de colaboración, cursada por la comisión de obras, a la Corporación Municipal, el Ayuntamiento acordó, en septiembre de 1959, hacerse cargo de la financiación del nuevo reloj eléctrico de cuatro esferas, una en cada lado de la torre, con diámetro de 1,50 metros. Se concretaba en el acuerdo que el reloj debía disponer de sonajería de horas, medias y cuartos. El precio abonado fue de 104.120 pesetas. El acuerdo agregaba, que el compromiso adquirido no entrañaba la responsabilidad del mantenimiento y se cedía el reloj a la Parroquia, como patrimonio. El reloj lo construyó la firma Mendía y Murua de Vitoria.
La maquinaria de ese reloj es la que ha estado funcionando hasta fechas recientes, acusando en el último período el paso de los años, a través de irregularidades en el funcionamiento, que causaban cierta sensación de abandono. Los cambios efectuados por la firma Tecnicronos, han sido, precisamente, del sistema de funcionamiento. Ha quedado inutilizada totalmente la maquinaria anterior y remplazada por un sistema de tecnología avanzada gobernada por ordenador. Permanecen inalterables las esferas del campanario de los cuatro lados de la torre y, por supuesto, las campanas. El sistema de financiación ha sido prácticamente similar al empleado en el acuerdo del año 1959, puesto que el Ayuntamiento se ha hecho cargo del importe de la instalación. El mantenimiento queda en manos de la Parroquia. Por cierto que, desde el año 1959 en el que concluyó el compromiso municipal, la labor de mantenimiento la ha desarrollado, prácticamente de modo desinteresado, el relojero de oficio Javier Zabaleta.
José Mari URCELAY
Diario Vasco (22/05/2005)
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