Mientras el servicio de Contaminación Acústica escucha las protestas vecinales en torno a varios campanarios de la ciudad, como por ejemplo San Nicolás y San José de la Montaña, el de Gobierno Interior inauguró, hace apenas diez días, el nuevo carrillón del Consistorio. Las campanas ya suenan todos los días en la plaza del Ayuntamiento, lo que contrasta con el silencio al que se han visto sometidos los campanarios de determinados templos de la ciudad. Otros muchos, como desveló ayer este diario, han reducido drásticamente sus toques diarios para evitar molestar a los vecinos.
El Ayuntamiento de Valencia, concretamente su concejalía de Gobierno Interior, anunció el pasado 17 de enero que tras invertir 11.361 euros el carrillón inaugurado en 1930 estaba restaurado y volvería a sonar. El trabajo lo llevó a cabo la empresa '2001 Técnica y Artesanía'. Hasta este mismo mes, el toque estaba digitalizado. De hecho, los acordes del Himno Regional que cada día a las 12 horas sonaban en la plaza del Ayuntamiento eran interpretados por un piano cuyas notas estaban editadas para que se escucharan como si fueran campanas.
Desde el día 17, vuelve a sonar el carrillón. Toca a cada hora, pero a las 12 horas y a medianoche se oyen los acordes de la Marcha de la Ciudad. «La recuperación patrimonial continúa siendo una cuestión importante que el equipo de gobierno actual no deja de lado», indicó el concejal Campillo. Además, la nueva infraestructura permite la emisión y grabación de cualquier otro tipo de melodía, dentro de las limitaciones de notas que permiten las siete campanas existentes. Las campanas dejaron de sonar en la plaza del Ayuntamiento en 1971, y desde entonces había sonado la grabación.
El reloj del Ayuntamiento de Valencia fue inaugurado el 19 de marzo de 1930. En aquel momento, el carillón era uno de los más punteros de la época y supuso un gasto para las arcas públicas de 48.155 pesetas. Las crónicas del momento indicaban que el sonido de los coches en la plaza acallaba las campanas, que apenas se escuchaban, según el presidente de la Asociación de Campaneros de la Catedral de Valencia, Francesc Llop, que ayudó a la rehabilitación del carrillón municipal.
Campillo explicó ayer que el campanario del Ayuntamiento no suena por las noches precisamente para evitar molestias vecinales, aunque hace hincapié en que en el entorno de la plaza del Ayuntamiento «no hay tantos pisos como en otros puntos de la ciudad». Desvinculó la reinauguración del carrillón de la prohibición a los campanarios, «que es algo técnico», al recordar que el reloj del Ayuntamiento «da las horas desde hace décadas».
El carrillón municipal está sujeto a la ordenanza de contaminación acústica, la misma en la que la concejalía que dirige Pilar Soriano se ha apoyado para prohibir tanto al convento de San José de la Montaña, en el barrio de la Petxina, como a la iglesia de San Nicolás, en el de la Seu, que sigan doblando las campanas.
La ordenanza habla, en su artículo 15, de que están prohibidos los avisos en vía pública que superen los decibelios permitidos (65 durante el día y 35 por la noche). Sin embargo, ese mismo artículo indica que en casos de «tradicional consenso» se puede permitir que se superen los límites. En este artículo es en el que se basan los expertos campaneros para pedir a Joan Ribó, alcalde de Valencia, que medie en la situación y permita el tañido de las campanas.
Lo cierto es que contra estas dos decisiones del Consistorio cabe recurso de apelación. Las monjas del convento de San José de la Montaña ya lo han presentado, mientras que el párroco del templo conocido como la «Capilla Sixtina valenciana» por los frescos pintados en la cúpula de la iglesia aseguró ayer a LAS PROVINCIAS que lo presentarán en próximas fechas. Además, harán una medición propia para comprobar el volumen de las campanas. El campanario de San Nicolás sonaba tres veces al día.
El portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valencia, Fernando Giner, pidió ayer al alcalde de Valencia, Joan Ribó, que cese con su ataque a las tradiciones de los valencianos y, en concreto, con la tradición de los campanarios. «La obligación de un alcalde es consensuar y llegar a una solución con todas las partes. Para ello, debe cesar con el ataque que está realizando a las tradiciones de los valencianos y sentar en la misma mesa a la administración, los vecinos y los campaneros», dijo Giner. «Ribó ha demostrado que es un alcalde que no comparte ni las tradiciones ni el consenso. Para prohibir no hace falta un alcalde. Eso es la vía fácil mientras lo complejo es consensuar», indicó.
SERRANO, Álex
Las Provincias (28-01-2017)
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